YO TE RECUERDO, DIÓGENES VALDEZ


Tengamos presente a DIÓGENES VALDEZ (1994)

Por Marcial Báez

Los pueblos reflejan su vasta cultura, muchas veces, tomando como embajadores a las personalidades dedicadas a las letras, a las artes. Estas generalmente pasan desapercibidas por un sistema que no le interesa que los ciudadanos noten su capacidad de pensar, de crear y de asimilar as manifestaciones artísticas que les son suministradas; haciendo todo lo posible por promover a la ignorancia.

Se hace necesario conocer de la vida y de la obra de nuestra representación más alta en la s letras dominicanas actualmente. Para que al oír su nombre, nos sintamos orgullosos de ser sancristoberos.

Las biografías tienen sus orígenes en el computo del tiempo basada en los hechos, porque los grandes hombres se moldean con las múltiples vivencias a través de los avatares de la vida y ésta en especial recorre de manera sencilla la naturaleza de un ser excepcional, nacido en este inmenso solar del sur, San Cristóbal, un 29 de mayo del año mil novecientos y más: DIÓGENES VALDEZ.

Unas veces como estudiante, o por motivos culturales y otras por necesidad de trabajo crearon en él, la inquietud de ser un viajero incansable, llegando a conocer: Irlanda del sur, La Unión Soviética, Argentina, Aruba, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Curazao, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Puerto Rico, Venezuela y Uruguay donde nace su vocación de escritor, al realizar su primer cuento; esto le sirvió de impulso y ya conocemos el resultado.

DIÓGENES VALDEZ es uno de los tres autores dominicanos que aparece en una antología de cuentos hispanoamericanos, publicada por la famosa editora siglo XXI y cuyo compilador es el eminente intelectual Ángel Flores.

En la cuentística contemporánea del país entra a formar parte, como uno de los más prolíficos, ya que sus tres libros publicados recogen más de 60 cuentos y los tres han sido galardonados con el Premio Nacional De Cuento: “ El silencio del caracol” (1978), “ Todo puede suceder un día” (1982) y “ La pinacoteca de un burgués” (1993). También ha obtenido lauros en el concurso de cuentos de Casa de teatro.

Además de ser un excelente cuentista, se encuentra en el privilegiado círculo de los mejores novelistas respaldado por sus obras: “La telaraña”, “Lucinda Palmares” (con tres ediciones), “Los tiempos revocables” (Premio Siboney 1983) y “Vocalización” (novela finalista en el concurso Nacional de novela 1993).

Actualmente tiene en proyecto la edición de un ciclo de novelas, que le asegurará un lugar cimero en toda al historia de la narrativa nacional.

El ensayo “Del imperio del caos al reino de la palabra”, editado en el año 1986 reafirma su capacidad de escritor.

Su cuento “Las seis en punto de una tarde de otoño” fue presentado en forma de ballet en el homenaje a Julio Alberto Hernández (Gloria nacional de nuestra música) en la Sala principal del teatro Nacional en el año 1991. Su relación con el teatro no termina ahí, pues ha realizado adaptaciones infantiles. “El Principito de Antoine de Saint Exupery” y “Platero y yo de Juan Ramón Jiménez”, y para adultos “El largo viaje de regreso” de Eugene Oneill.

En el campo de la colaboración, visita la ciudad de Puerto Plata desde hace 10 años, realizando talleres sobre la técnica de escribir cuentos, invitado por la Sociedad Cultural Renovación y la empresa Brugal. También se ha hecho indispensable su participación como organizador de la Feria Nacional del Libro. En la más reciente dictó una charla acerca del cuento y puso a circular “una breve reseña biográfica de Camila Henríquez Ureña” a la cual estaba dedicado tan importante evento.

Por estos meritos y por su inconmensurable interés en respaldar todos los proyectos culturales de esta comunidad, tengamos presente a DIOGENES VALDEZ, ratificando este empeño con las atinadas palabras de R. W. Emerson: La imbecilidad de los hombres invita constantemente a los abusos de poder. El talento vulgar se complace en deslumbrar y cegar al espectador. Pero el verdadero genio trata de defendernos de sí mismo. El verdadero genio no nos empobrece: nos emancipa y nos agrega nuevos sentidos. Si en nuestra ciudad apareciera un hombre sabio crearía en aquellos que conversaran con él una nueva conciencia de la riqueza, abriendo sus ojos a ventajas no percibidas; establecería un sentido de igualdad inmutable, tranquilizándonos con la seguridad de que no podemos ser engañados, y cada uno podría discernir los límites y las garantías de su condición. El rico se daría cuenta de sus errores y de su pobreza y el pobre de sus remedios y de sus recursos.

REVISTA DESAFIO. San Cristóbal, R. D. Del Sábado 3 al viernes 9 de septiembre de 1994. Pág. 6

EL SIGLO XX QUEDO ATRÁS. Marcial Báez. Editorial Gente 2000.

http://arte-unico.blogspot.com/2009/05/personajes-sancristobalenses-del-arte-y_19.html

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