Tu hora

A ti que no perdonas, a mí que no lo olvido.

Cada sesenta minutos hay sesenta segundos tuyos.

Intensos, afilados se clavan

garganta adentro y duelen

Se hunden en mis sesos; raíces de madreselva

en ruinas centenarias.

Son sesenta segundos de reintegro:

se repite tu voz,

regurgito palabras;

la broma infantil se vuelve infamia

Tus palabras se agrandan

Y yo me hago pequeña

Vibran mis carnes

De sonido plenas

Y hasta versos evoco tras tu eco.

Cincuenta y un suspiros,

Nueve angustias y la frente afiebrada

coronada de alfileres potstraumáticos

IN FER NO

A VER NO

Rojos mis ojos suman

Desencuentros

Y no recuerdo ni una sola razón

Que me sostenga

Salvaje

Descomunal

Insalvable

Distancia de por medio

Sedientos nos mantiene

Rabiosos en la fuente

Hidrofóbicos, contrarios y oponentes.

A media asta mis párpados mongólicos

Saturados de vida se enlutecen

Sesentas ansiedades plenas de aguaceros

Ruge mi voz

Se rompe un cauce camino a mi garganta

Me estalla el rugido interior

Y en sesenta nudos

Sesenta dentelladas

De enmarañados sueños

Fermenta la mentira abierta que me espera

Al darme cuenta de que mi remedio

es la causa mortal de mi tristeza.

LNG

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